El nacionalista argentino siempre supo de riesgos. No sólo ante el enemigo que podía hacerle frente en cualquier esquina, cruce de ferrocarril o escenario nocturno, sino aquel que se escondía en los vericuetos del Régimen: jueces, funcionarios, ministros, etc.
Una simple denuncia en muchos casos bastaba para proceder a su detención. Así se forjaba un movimiento que supo luchar bajo banderas y consignas que finalmente no pudieron consagrarse en la Argentina. La noticia corresponde al diario Crisol, año XI, n. 3191, 26/08/1942, p. 1 .